¿Por qué eres feminista?
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¿Qué futuro económico ambicionan los feminismos latinoamericanos?
Feministas de 14 países se juntaron en Santiago de Chile, esto es el relato de una de ellas

Este noviembre, la Friedrich-Ebert-Stiftung (FES) reunió en sus oficinas de Santiago de Chile a más de treinta feministas latinoamericanas, con distintos perfiles de acción en sus países respectivos.

La actividad reunió a compañeras de México, Centroamérica, el Caribe y Suramérica. Por tres días trabajamos en el primer Taller del Futuro, parte de la plataforma FESminismos, construyendo una agenda común de prioridades en un continente que, diagnosticamos, está tan aglutinado por sus similitudes como desarticulado por sus diferencias.

Fui parte del grupo de activistas, profesionales y pensadoras que se propusieron resolver la pregunta: ¿qué proyectos de economía feminista podemos coordinar en el presente para proyectarnos hacia el futuro?

Cómo vemos el presente

Antes de soñar y planificar, las feministas realizamos ejercicios para explorar nuestras historias personales y los hilos que las conectan con nuestros países y regiones.

Durante el primer día, un taller de narrativa pública expuso vulnerabilidades comunes a toda Latinoamérica. Cada participante exploró el detonante en su historia personal que las anudó a su forma particular de activismo.

La mayoría de historias reiteraron la incidencia generalizada de violencia misógina y diversofóbica, la cual desborda los casos intrafamiliares y domésticos. Es decir, como feministas todas sabemos que no estamos hablando de casos aislados en nuestras vidas personales sino de ocurrencias sintomáticas que se repiten, una y otra vez: así de profundas son las raíces del patriarcado.

Según los testimonios de las mujeres que presentaron sus casos frente a todo el grupo, las agresiones se manifiestan en los espacios íntimo-familiares, laborales, académicos y públicos en los que nos desenvolvemos en nuestros países.

Fueron identificados como agravantes las orientaciones homosexuales y las expresiones de identidad de género que se encuentran fuera de lo que cada país considera como “tradicional”. Común a todo el continente, eso se refiere a la subordinación de las mujeres en sus núcleos familiares y la explotación, agresión e indiferencia hacia las mujeres transgénero.

Las feministas coincidimos, en nuestros relatos, en que las mujeres seguimos al margen de los espacios de decisión. Esta perspectiva fue, además, ratificada en un ejercicio de teatro-foro a cargo del colectivo chileno Palabrota y durante el cual se propuso resolver un caso específico de un ciclo de violencia psicológica que fue reconocido por todas como una experiencia que se repite en nuestros países.

Entre más lejos estemos de las zonas urbanas, de la filiación con grupos de actoras políticas sensibles a problemáticas de género, del poder de los privilegios que tienen la raza blanca y el dinero, estamos más alienadas e incapacitadas para modificar nuestra historia personal y, con ella, el futuro del espacio geográfico que nos rodea.

Se mencionaron casos más universales y actuales de este ecosistema de violencia y alienación como los procesos electorales presidenciales en Brasil (que culminaron con la elección del candidato ultraderechista Jair Bolsonaro) y el debate sobre la legalización del aborto en Argentina y el subsecuente rechazo parlamentario del texto de ley.

Pero esos casos continúan siendo noticiosos, incluso entre las feministas, porque ocurren en países visibles para las historias comunes del continente.

En un diagnóstico colectivo se encontraron importantes coyunturas entre el fortalecimiento de movimientos nacionales de conservadurismo político popular, caracterizado como derechista y moralista, y la validación de discursos violentos a lo largo del continente.

El trabajo en grupo durante un ejercicio tipo pecera permitió identificar puntualmente las vulnerabilidades económicas que son coyunturales a la violencia y marginalidad de las historias personales y comunitarias.

Las representantes pudieron exponer la situación de sus países tal y cómo la perciben desde sus miradas profesionales y activistas.

En el grupo de trabajo del que fui parte se identificaron como transversales diversos temas de salud de las mujeres (sobre todo en temas de descriminalización del aborto, educación pública en sexualidad y afectividad y, en el caso específico de Colombia, una lucha fiscal para que se vendan sin impuestos las toallas sanitarias con la campaña Menstruación Libre de impuestos).

Las feministas cuestionaron modelos de desarrollo que no reconocen la disparidad laboral que existe entre hombres y mujeres, ni la ineficiencia socioeconómica de la explotación extractivista de los territorios.

La sostenibilidad de la vida se confirmó como uno de los intereses prioritarios sobre todo en regiones que se consideran como en vía de desarrollo. Las feministas vemos un continente rico en recursos naturales que no se cuidan ni distribuyen con políticas ecológicas; además, un continente que ni siquiera considera la revalorización del cuido familiar y comunitario en sus políticas sociales.

Las crisis humanitarias que enfrentan los países de Centroamérica y Venezuela fueron también temas de discusión de actualidad. Nicaragua y Venezuela son focos de violencia y represión política; existen preocupaciones por carencia de productos básicos y, por lo tanto, temas de legislación del bienestar de las mujeres no son prioritarios en las agendas políticas comunes que buscan la paz y dignidad humana en sus países.

Converger, divergir y construir hacia el futuro

Los tiempos libres durante el tour Pasos feministas organizado por el Observatorio contra el Acoso Callejero (OCAC) de Chile, las cenas y los almuerzos, nos permitieron alcanzar empatía e intimidad fuera de las discusiones generadas en los ejercicios del taller.

Encontrar similitudes entre las historias de las feministas de Chile permitió abrir nuevas puertas de discusión hacia las similitudes entre las condiciones de las regiones del continente y las diferencias entre los abordajes aplicados para responder a ellas.

Las primeras mujeres profesionales de Chile se abrieron paso a sí mismas y a su género. Aún ahora, todas las actoras políticas del continente continúan operando desde la transgresión, para sus historias personales y la de su género, porque hasta que se consiga una igualdad real entre todos los seres humanos, cada resistencia es innovadora.

El 9 de noviembre del 2018, el primer Taller del Futuro FES cerró su ciclo de actividades y mesas de trabajo con el planteamiento de siete proyectos innovadores.

De esta primera reunión de feminismos latinoamericanos saldrá el tejido para luchar por la seguridad y la autonomía del cuerpo de las mujeres; así como la sostenibilidad ecológica y de la vida de nuestros territorios nacionales y regionales.

Se generarán nuevas campañas que exijan la equidad fiscal y laboral de las mujeres, tanto desde las necesidades de aquellas que son cisgénero como transgénero.

Se pensarán, discutirán y movilizarán nuevas alternativas al cuido que no forman parte de los sistemas socioeconómicos actuales, precisamente por su marginalización.

Reunir y conciliar las visiones de feministas, tan similares como diferentes entre sí, no es una tarea fácil. Sin embargo, la ambición que nos conecta a todas es la de ejercer un cambio que sea absoluto en los modelos de desarrollo, un cambio del que no haya marcha atrás.

Con los retos propuestos en este encuentro es evidente que si todas vivimos, resistimos y sobrevivimos el presente, todas estaremos listas para el futuro.