Las mujeres víctimas de violencia sexual en Colombia necesitan espacios seguros de denuncia. Durante casi tres años esa ha sido la lucha incansable de la Red de Mujeres Víctimas y Profesionales que ha recorrido 10 regiones del país para hacer jornadas de denuncia colectiva. Su objetivo es llevar el sistema de justicia a lugares en los que las mujeres puedan denunciar, capacitar a los funcionarios públicos para recibir ese tipo de denuncias y formar a las mujeres en la exigibilidad de sus derechos.

Entre 1958 y 2017, 15.076 personas fueron víctimas de delitos contra la libertad y la integridad sexual en el marco del conflicto armado. De estas el 91,6 % fueron niñas, adolescentes y mujeres adultas, según el Observatorio de Memoria y Conflicto. “Aún asumiendo el subregistro de esta cifra, el estimado permite entender que la violencia sexual es una modalidad de violencia ampliamente usada en el marco del conflicto armado, desplegada en específico sobre los cuerpos de las mujeres”. Esa es la conclusión del informe La Guerra Inscrita en el cuerpo del Centro Nacional de Memoria Histórica.

Pero el problema no son sólo las cifras ni que la  violencia sexual haya sido y siga siendo un arma de guerra en Colombia. Hoy, en el marco de la implementación de un acuerdo de paz, el problema es que las mujeres víctimas de este delito no puedan denunciar abiertamente lo que ha pasado. “No denuncia por miedo, por vergüenza, por el estigma que de ellas tienen los funcionarios que reciben sus denuncias”, explica Ángela María Escobar, coordinadora de la Red.

En 070 recogimos las experiencias del trabajo de esta Red conformada por 665 mujeres y del ejercicio que  Las Troyanas, un grupo de 23 estudiantes de la Universidad de los Andes, ha hecho para recolectar denuncias y traducirlas en cuentos y poesías que contribuyan a la memoria.

 

Relatos de Cauca, Las Troyanas. Ilustración: Ricardo Álvarez